Como vencer el pánico escénico
agosto 18, 2019
Como vencer el pánico escénico
Podríamos tener miedo a la oscuridad; a ciertos animales, a
las alturas o incluso a los impuestos; pero pocas cosas hacen temblar más al
ser humano que el pánico escénico.
Científicamente conocido como glosofobia (terror a hablar en público) ni
las arañas de Spielberg pueden competir en capacidad a la hora de paralizarnos
de angustia, nublar nuestros pensamientos y enfriar nuestras manos con un sudor
gélido (Ya sé, quizás estoy exagerando).
La cosa como que tiene que ver con el verbo, entonces. ¿Cómo
podrás combatir el miedo a expresarte ante diez, veinte, cincuenta o cien
personas? Ésta es una pregunta frecuente en mis charlas sobre lenguaje
corporal.
Para facilitarte la tarea, éstas son las ocho claves que
debes tomar en cuenta para olvidarte de una vez por todas del pánico escénico:
1. La pasión nace de
la investigación, y no al revés
El escenario muchas veces es el mismo: debes impartir una
presentación o incluso una conferencia, y sin haber comenzado a prepararte ya
estás pensando en un desenlace bochornoso.
Una presentación extraordinaria comienza por la pasión por
el tema que vas a tocar; eso y nada más.
Algunos creen que la pasión por el tema es lo que te lleva a
profundizar en el estudio del mismo, pero la verdad es al revés; en la medida
que investigas un tema, sus fuentes, protagonistas, historias laterales, hechos
curiosos, estadísticas e implicaciones, te gustará más y más.
No importa cuánto creas saber de un tema; tendrás que
profundizar.
Debes asegurarte de contar con suficiente información
actualizada -de diversas fuentes- como para que tu cerebro pueda estructurar
una idea general del tema, condición crucial para poder proyectar un tema con
seguridad en un discurso.
En resumidas cuentas, no es lo mismo tratar de exponer un
tema que revisas «por encima» en Wikipedia a otro que te has tomado la molestia
de investigar en profundidad.
2. Divide y vencerás
al pánico escénico
Si te dicen que debes hacer una exposición de veinte
minutos, terminas por recordar la analogía de Einstein sobre la relatividad:
vas a sentir que estás sentado sobre una hornilla durante toda la exposición,
esperando que los minutos pasen rápido.
Pero ¿Qué pasaría si esos mismos veinte minutos los divides
en pequeños bloques de dos minutos y medio? tendrías ocho «contenedores», donde
no sería difícil distribuir ocho partes de tu discurso entre introducción,
breve historia, personalidades influyentes, aplicaciones, teorías, etcétera. Y dos minutos y medio para hablar de un
sub-tema pasan volando.
¡Haz la prueba!
3. Ínflate bien
Para dominar el terror que sientes cuando te enfrentas a un
público de extraños, es importantísimo desarrollar tu respiración
diafragmática.
¿Y eso con qué se come?, preguntarás.
Se trata simplemente de respirar profundamente inflando la
barriga o «panza», y no el pecho.
¿Recuerdas que la forma de tus pulmones es más amplia en la
parte de abajo? pues si sólo inflas el pecho estamos desperdiciando casi un 60%
de capacidad respiratoria. ¿Y qué estás sacrificando? oxígeno, ese almuerzo
eólico tan importante para tu materia gris.
4. Usa la tecnología
a tu favor, no en contra
En estos días es posible acompañar cualquier exposición con
una presentación digital, ya sea en powerpoint o en otro software similar. Pero hacer una presentación que cumpla con
las normas básicas de la funcionalidad estética parece que escapa al criterio
de muchos, pues generalmente vemos despliegues de figuritas, animaciones y
colores que más que atraer la atención del público lo que hacen es
desviarla. Entre las recomendaciones
generales que puedo darte:
– Evita las animaciones; Ciertamente llaman la atención,
pero NO quieres que los ojos del público estén en la figurita, sino en ti.
– Usa una gama de colores limitada: es un error común
colocar muchas figuras de muchos colores, pensando que así la presentación se
verá más «impactante». En realidad
termina pareciendo como que un camión que transportaba trajes de payaso se
volcó en la autopista.
– Coloca información puntual: es un crimen flagrante poner
más de cincuenta palabras en una lámina; recuerda que es un material de apoyo,
y que tú eres quien debe proyectar el contenido al público.
Una presentación diseñada profesionalmente les inspirará
confianza y seguridad. ¡Compruébalo!
5. Práctica
¿Acaso puedo exagerar este punto? ya lo he mencionado en
varios artículos, y éste no va a ser la excepción:
Práctica, practica, practica otra vez.
Éste es el secreto a voces que todo el mundo sabe pero que a
todos nos da fastidio poner en práctica, sobre todo porque nos recuerda que
vamos a tener que exponer.
(Y te escribe uno que detestaba practicar porque ¡Me daba
pena conmigo mismo!)
Sí, terrible.
La realidad ineludible es que mientras más practiques (ante
un espejo, con familiares, amigos o filmándote), mejor te irá.
No creas que los motivadores profesionales y los políticos,
por más experiencia dando discursos que tengan, no hacen esto también. Así que, si ellos lo hacen, mucho más razón
para que tú lo apliques.
Lee también: Principales cualidades del liderazgo
6) Tu actitud
Una vez que has practicado lo suficiente la presentación
para controlar tus ataques más fuertes de pánico escénico, es hora de añadir un
poco de técnicas avanzadas. Utiliza
preguntas retóricas para mantener la atención de tu público, como por ejemplo…
«¿Qué tanta influencia creen que tiene el medio ambiente en el rendimiento
académico?».
Inserta silencios de uno o dos segundos después de datos
relevantes o curiosos; Para los puntos
más interesantes, baja un poco la voz, como si estuvieses diciendo un secreto,
y luego recupera tu volumen normal. En
los momentos más importantes, acércate a tu público dando un paso o dos hacia
ellos; cuando no sea necesario agregar tensión, sepárate un poco.
¡Dale interés a tu exposición con estas técnicas! Que sea
algo que tu público recuerde, principalmente por la manera como te expresaste.
7) El que madruga…
encuentra el salón solo
Nada peor para tu autoconfianza que llegar tarde el día de
la charla. No sólo predispondrás al
público en tu contra, sino que te sentirás presionado por haberlos hecho
esperar, por lo que sentirás que tu rendimiento deberá ser el mejor… y por ahí
te vas en un derrotero de pensamientos negativos que echará abajo todo lo que
has construido con tanto esfuerzo.
Siéntete dueño de esa sala vacía; eso te programará
positivamente para tu discurso.
Asegúrate de llegar temprano, si es posible antes que todos,
para probar todas las herramientas que necesitarás; laptop, proyector digital,
láminas, etc.
8) Mira que te mira,
pero…¡Sin mirar!
Llega el momento de la verdad, y nos toca el momento de
nuestra presentación. Pero pasa algo
curioso; por ley de Murphy, te ha tocado exponer después de cuatro o cinco
compañeros o colegas y el público está algo cansado.
El lenguaje corporal de la audiencia puede que te
desmoralice un poco -o incluso, bastante- si ves a la gente con las caras
apoyadas en las manos, jugando con bolígrafos, con la mirada extraviada o peor
aún, jugueteando con sus teléfonos celulares.
Quizá no seas capaz de animarlos, pero tampoco debes preocuparnos por
esta actitud (que es perfectamente normal).
Para que esta situación no te afecte, trata de hacer el
truco de «ubicar tres rostros en el público, uno a la izquierda, uno a la
derecha y uno al centro y míralos alternadamente a lo largo del discurso» pero
sin mirar directamente a ningún rostro en particular. Dirige la mirada al vacío
entre dos personas; desconéctate de las expresiones faciales de quienes te
escuchan.
Vencer el pánico escénico no es tarea fácil.
Pero puedes hacerlo si comprendes tu propia psicología y
descifras lo que hay detrás de ese miedo.
Pero para eso, debes comenzar por comprender tu propia
inteligencia emocional. Tus sentimientos. La forma como los expresas y cómo
aprecias los de los demás.
Ése es el primer paso, a través del lenguaje corporal.
Lee también: Habilidades para hablar en público
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