10 consejos para potenciar la autoconfianza para hablar en público

septiembre 25, 2019


10 consejos para potenciar la autoconfianza para hablar en público



Hablar en público requiere de un correcto manejo de las palabras, conocer en detalle los conceptos de cada palabra que vertimos y manejar bien nuestro lenguaje verbal y corporal; asimismo todo esto quedaría vacío si no se tiene el valor y la confianza en uno mismo para afrontar cada reto en el estrado.
Su importancia

Tener el valor adecuado y la confianza en uno mismo es fundamental, ya que por medio de ellos podemos llegar e impactar a las personas con facilidad; existen cientos de casos de personas que hablaron en público, pero no lograron impactar a su auditorio, simplemente porque pensaron que no lo lograrían.
La autoconfianza es como un músculo. Hay que ejercitarla para que se 
desarrolle. Sin ese trabajo previo, será pequeña y débil. Pero con dedicación, puede crecer y llegar a su máximo potencial.

1.  La clave está en la relajación Relájate

Aunque te prepares bien, muchas veces los nervios juegan malas pasadas. De ahí las reacciones fisiológicas desagradables. Sirvan o no para algo, hay un punto en el que se hacen insoportables y pueden restar fluidez a la ponencia. Por eso, antes de iniciar, yo siempre recomiendo apartarse un rato a respirar profundo y meditar sobre esa respiración, contando los segundos de inhalación y exhalación.

Está probado que la respiración profunda ayuda a liberar tensión física. La meditación nos trae al momento presente y aparta a la voz interior negativa que nos machaca diciéndonos que “no va a salir bien”.

2. Prepárate bien

No, no basta con hacer un bosquejo de lo que quieres contar, ni crear diapositivas sin ensayarlas. Es importante sentarse a pensar en lo que queremos decir teniendo en cuenta quién es el público y cuál es el objetivo de la presentación. Definir un mensaje principal, elaborar un guión bien estructurado y ensayarlo.

Tu experiencia sobre algo es muy difícil condensarla de manera eficiente en 15 minutos de charla. Si no te preparas bien, te irás por la tangente, hablarás de cosas inconexas sin un fin determinado y te tropezarás contando las cosas. Y cuando esto ocurra, dejarás a la gente sin una idea clara de lo que cuentas y con la impresión de que tú tampoco lo tienes demasiado claro.

3. Habla sólo d un tema que domines

A priori evidente, pero en ocasiones hacemos presentaciones ajenas o sobre temas que no dominamos. Como no controlamos del todo la temática, se hace complicado explicar las cosas con nuestras propias palabras y nos mostramos poco naturales al hacerlo. Y si, además, perdemos el hilo y no tenemos nuestras notas a mano, se lía parda porque no nos es posible recuperar el ritmo sin que se note la incomodidad.

En la medida de lo posible, habla sólo de los temas que dominas. Se te facilitará muchísimo la vida y podrás aportar mucho más a tu público.

4. Créetelo

Creer es la raíz y la fibra del entusiasmo, es el camino seguro del éxito, el cimiento que debe conformar la vida de los hombres para que pueda pasar de ser gris y aburrida a una emocionante aventura para lograr sus  metas.

Si no te crees tu propio discurso, te resultará complicadísimo lograr que otros lo crean. En cambio, si te lo crees y lo cuentas con pasión y entusiasmo, será mucho más fácil que te hagan caso.



5. Esconde los nervios

El miedo a hablar en público suele ser una película. Y como tal, es menos real de lo que creemos. Por ello, en muchos casos, el público ni siquiera se da cuenta de que estamos nerviosos. No obstante, en algunas ocasiones, no podemos evitar expresar abiertamente que lo estamos. Y cuando lo hacemos, dirigimos la atención de la gente a esos nervios.


No sostengas cosas en las manos para que no se vea que tiemblan.
Bebe agua para humedecer la boca y evitar que hagas muecas feas.
Ten tus notas cerca por si se te va el hilo; así no pondrás cara de póker cuando se te olvide lo que tienes que decir.




6. Tu cuerpo habla

Investigaciones científicas demuestran que cambios en la manera de pensar modifican nuestra fisiología y viceversa. Si pensamos en situaciones de grandes logros, podemos rebajar nuestro nivel de ansiedad física. De igual forma, si nuestro cuerpo se pone en una tesitura de poder, envía señales a la mente para que se sienta poderosa.

De eso habla Amy Cuddy de la Universidad de Harvard en su charla de TED sobre el lenguaje del cuerpo y en este informe de investigación. Las “poses de poder” como ella les llama, normalmente usadas cuando nos sentimos poderosos y confiados, ayudan a evocar esas mismas sensaciones cuando nos sentimos débiles y con un bajo nivel de autoconfianza.

7. Cambia el foco

Cuando nos sentimos nerviosos, nuestro foco de atención suele estar sobre nosotros mismos ya que pensamos en que queremos hacerlo bien y en lo que pasaría si sale mal. Esto hace que, inevitablemente, nos demos cuenta de cada fallo que cometamos y la bola se haga cada vez mayor.

En cambio, si nuestra atención cambia de nosotros mismos (“cuán bien voy a hacerlo”) al público (“cuánto valor obtendrán de la ponencia”), el chip cambia completamente. Partiendo de que nos hemos preparado bien, la mente deja de preocuparse por uno mismo y comienza a ocuparse de los demás.

8. Habla despacio

¿No te da la impresión de que cuando alguien habla a 3.000 revoluciones por minuto parece estar nervioso? Por la misma regla de tres, hablar de forma pausada da la impresión a los demás de que estamos calmados.

Por ello, evita hablar deprisa y hazlo despacio. Sí, de vez en cuando aprieta un poco el acelerador para cambiar de ritmo, pero vuelve luego a un ritmo más calmado. Contagiarás a los demás con tu propia calma.

Además, si tienes la tendencia a usar muletillas (palabras o sonidos que no aportan nada al mensaje), en lugar de usarlas, haz una pausa. Esto no sólo te ayudará a mostrar mayor control sobre ti, sino que dará al público la posibilidad de reflexionar sobre lo que dices.

9. Muévete despacio y poco

Cuando nos sentimos amenazados, nuestro cerebro emite señales inconscientes a las piernas para que salgan corriendo y nos salven del peligro. Cuando hablamos en público, notamos como si nuestros pies tuvieran vida propia, llevándonos de un lado a otro o moviéndose de forma errante. Lo que están haciendo es buscando escapatoria, mostrando inseguridad y distrayendo al público.

Igual que hablar despacio, moverse despacio transmite aplomo, calma y seguridad. Además, si nos mantenemos fijos en un mismo lugar, la atención se mantendrá donde de verdad importa: en nuestra cara.

10. Aprende de lo ya has echo

Cada oportunidad de hablar en público es una oportunidad de mejorar nuestras habilidades de comunicación y nuestra propia autoconfianza, siempre que recibamos feedback y lo usemos de manera adecuada.


Hacer caso a los puntos positivos refuerza el hecho de que vamos en buen camino y es una manera de celebrar nuestros logros. Hacer caso a las oportunidades de mejora nos ayuda a hacerlo mejor la próxima vez, lo que casi garantiza un futuro logro si ponemos esos cambios en práctica.

Échale un vistazo: Discursos políticos


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