Cómo convertirte en una autoridad en tu materia
octubre 05, 2019
Cómo convertirte en una autoridad en
tu materia
Siempre
asociamos el liderazgo a cuestiones de carácter, de habilidades sociales, de
carisma. Hasta aquí bien. Pero suelen pasar más desapercibidas las otras dos
patas que sostienen la autoridad de un líder: el estatus y la sabiduría. Hoy
nos centramos en la sabiduría que busca una audiencia para dejarse influenciar.
Sabiduría no
tiene que ver exactamente con las titulaciones académicas -que estarían más
vinculadas al estatus-, sino a la manera de aportar valor a través de compartir
conocimiento. Seguro que hay personalidades que cuando empiezan a hablar en una
entrevista ya no puedes dejar de escuchar. Compañeros que, por lo que acumulan
en su experiencia, cada vez que te explican algo te quedas con la boca abierta.
O personas mayores a las que no puedes parar de preguntar cosas porque te
asombra el conocimiento que te pueden aportar de un tiempo o de un lugar que tú
no conoces. Esas personas son una autoridad para ti. Decides invertir tiempo en
escucharlas con atención y te dejas influenciar porque son sabías.
Si queremos
reforzar nuestro liderazgo como ponentes tenemos que demostrar esa sabiduría en
nuestras charlas.
Opinión vs
Información
Mucha de la
gente que va de líder por la vida, realmente no lo es. Simplemente son personas
que aprovechan su estatus para repartir opiniones. Es prácticamente imposible
sostener una autoridad solamente basándose en juicios. Un verdadero líder de
pensamiento es el que recopila información y la trabaja para obtener nuevas
conclusiones. No se trata de hacer predicciones, ni de compartir intuiciones
personales, sino de trabajarse las ideas.
Si tú
quieres tener un contenido que te posicione como fuente de conocimiento,
necesitas tener datos reales (para eso hay un montón de investigadores en todos
los sectores) y una experiencia propia que valide esos datos. Como dijo W.
Edwards Deming, “Sin datos, solo eres una persona más con una opinión”.
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Los medios
de comunicación, las redes sociales, están confundiendo a las audiencias
mezclando información y opinión. Y eso las vuelve más recelosas, más
desconfiadas con los mensajes que reciben. Empezar por ofrecer esa clara
distinción entre tus datos y tus opiniones es un buen punto de partida para
construir tu posicionamiento de experto.
Haz una mescla con historias
Una de las
cosas más complicadas de trabajar con información es lo fácil que es provocar
confusión, hastío o desapego por parte del público. Por eso, una vez tengas tus
datos es importante darles un barniz de narrativa. Los datos necesitan un
narrador que les dé vida, que los contextualice y los haga comprensibles.
La
historia es una de las materias que más no gusta enseñar en nuestras clases de
oratoria porque cuando encuentras la historia para explicar unos datos farragosos
el ponente brilla como nunca. La audiencia destaca su simplicidad, su
sencillez, su capacidad de explicar y agradece la información recibida que
asume que sin el ponente nunca hubiera entendido
Recuerda: el
63% del público recuerda las historias y solo el 5% recuerda las estadísticas
aisladas.
Los datos
mal contados nos obstaculizan. Los datos bien contados nos ayudan a ser
eficaces.
Construye tus fuentes de confianza
Se espera de
un experto que se haga responsable de la información que comparte. Así que si
tu credibilidad está en juego, más te vale no conformarte con la primera
estadística que te encuentres en internet sin fijarte si quiera quien lo
publica.
Es tu responsabilidad
valorar la credibilidad de las fuentes en quien te soportas. Porque así
funciona la cadena de la autoridad. Quiero decir que tú quieres posicionarte
como autoridad apoyándote en alguien que es una autoridad para ti. De igual
manera que tu referente tendrá también los suyos. Si no somos cuidadosos con
quien elegimos como referente puede ser que estemos construyendo un castillo de
naipes en vez de con sólidos ladrillos.
Menciona tus
fuentes y habla de ellas. Explicar por qué es importante para ti esa fuente,
quien es, por qué es una autoridad eleva su credibilidad y la tuya.
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