CUALIDADES DEL ORADOR FRENTE AL PÚBLICO
febrero 06, 2015
CUALIDADES
DEL ORADOR FRENTE AL PÚBLICO
Sean cuales fueran las tareas
específicas que el orador deba realizar en una disertación aunque muchas de ellas puedan parecer
mecánicas o rutinarias, no puede pasarse por alto la importancia de la posición
que ocupa como comunicador social y/o líder de opinión. Por ello, en el orador
no sólo se valora la aptitud para el desempeño de las funciones como expositor
sino también la idoneidad a través de una serie de cualidades que a nuestro
entender debe poseer un orador de éxito y que a continuación presentamos.
1°
CUALIDADES FÍSICAS:
Estas cualidades tienen que ver con la
apariencia personal del orador, no involucra que sea hermoso o de físico
impresionante. Implica el cumplimiento de una serie de pautas sencillas que le
permitan resaltar su personalidad, de tal forma que constituya un conjunto
armonioso y estético ante los ojos de los demás.
El aseo personal:
Es la limpieza, cuidado, compostura y
buena disposición de nuestro cuerpo. Ello transmite una agradable impresión a
través del sentido visual y olfativo. El
peinado, maquillaje y perfume permiten un buen acercamiento de los oyentes
hacía nosotros. El no bañarse o no cepillarse los dientes, a la larga van
produciendo un hedor insoportable o un aliento nada agradable que pondrá una
barrera entre nosotros y las personas con las que tratamos. Es recomendable el
baño diario, el cambio de ropas con la misma frecuencia, el corte de uñas y de
cabello en forma periódica.
La vestimenta:
Es la cubierta que nos ponemos en el
cuerpo para abrigo o adorno. Involucra el conjunto de piezas que sirven para
cubrir nuestro cuerpo, pueden ser formales o informales según la ocasión en la
que tengamos que utilizarlo. Constituye la prenda exterior completa de una
persona y en el caso de los oradores constituye su uniforme de trabajo; esta
vestimenta debe ser la adecuada para cada reunión oratoria debiendo primar los
principios de elegancia, limpieza y una correcta combinación de prendas y/o
colores. Recordemos que el vestido resalta nuestra personalidad, formalidad y
pulcritud.
Predisponer tu mente para el éxito (La
actitud mental positiva)
Es la condición subjetiva de nuestra
mente; ésta nos permite tener una actitud mental positiva que nos impulsa a
realizar lo anhelado o en su defecto, una actitud mental negativa que sólo
apunta a buscar excusas para no realizar lo deseado. Estas actitudes tienen que
ver, principalmente, con nuestros pensamientos ya que nuestras acciones son el
reflejo de ellos. Por ello, todo orador debe estar imbuido de actitud mental
positiva para realizar sus exposiciones con entusiasmo y mucho optimismo; ello
se logra a través de la autosugestión y del correcto uso de las técnicas de
respiración y de relajamiento.
Gozar de buena salud física:
Un orador con dolor de muela, dolor de
cabeza o fuerte dolor de vientre, no podrá realizar con eficacia sus
exposiciones, el dolor lacerante lo pondrá de mal humor o lo indispondrá para
sus tareas. Lo recomendable es que periódicamente se acuda al médico para un
chequeo general y evitar desagradables sorpresas. La labor un tanto estresante,
conlleva a padecer de una serie de dolencias que al no ser atendidas o al ser
mal curadas, pueden convertirse en crónicas y mortales. Se debe combinar una
buena dieta con ejercicios matutinos para evitar el sedentarismo y las
enfermedades psicosomáticas.
Gozar de buena salud psíquica:
La mente también se enferma y puede
producir lamentables estados de distorsión de la personalidad; paranoia,
esquizofrenia y aún, psicopatía. Lógicamente una persona con desbarajustes
mentales no podrá realizar a satisfacción su labor como orador, casi siempre
tendrá problemas con sus superiores, compañeros de trabajo y más aún, con el
público oyente. Una visita al psicólogo o psiquiatra es recomendable, pues a
diferencia de las enfermedades físicas estas no se manifiestan pasivamente,
sino a través de un accionar desequilibrado que perjudica el buen desempeño del
orador.
2°
CUALIDADES INTELECTUALES:
Estas cualidades están relacionadas con
la facultad para conocer, comprender y razonar; implican un conjunto de
características inherentes que todo orador debe desarrollar y utilizar con
eficacia. Estas cualidades propias de la actividad mental, están al alcance de
todos y sólo requieren de decisión para aplicarlas.
Memoria:
El poder recordar nombres, rostros,
situaciones y la ubicación exacta de documentos o cosas, constituye un
requisito indispensable en la labor del orador, ello le permite evocar con facilidad,
información que se necesita en lo inmediato. El llamar a las personas por su
nombre, luego de haberlos reconocido, constituye una muestra de especial
deferencia hacia el público con el que tratamos. Recordar la ubicación de
documentos y cosas, nos permite realizar las labores con mayor rapidez. La
memoria se ejercita a través de la observación minuciosa, la retención y la
evocación.
Imaginación:
Consiste en la facultad de reproducir
mentalmente objetos ausentes; de crear y combinar imágenes mentales de algo no
percibido antes o inexistente. El término imaginación, incluye dos características
básicas: la renovación de lo ya vivido (memoria), y la creación de imágenes
mentales que antes no existían (imaginación). Los psicólogos distinguen entre
imaginación pasiva, que recupera imágenes previamente percibidas por los
sentidos y la imaginación activa, constructiva o creativa, mediante la cual la
mente produce imágenes de sucesos o de objetos poco o nada relacionados.
Sensibilidad:
Es la facultad de sentir física o
moralmente los sentimientos de alegría, pena, dolor, compasión y ternura. Es
una cualidad propia de los seres humanos, pero no por ello todos los tienen
desarrollados en la misma medida. Existen algunos oradores que parecieran
insensibles al dolor ajeno, dan la impresión de no interesarles para nada los
sentimientos de sus congéneres. A la larga, estas personas se hacen odiar En
cambio, un orador que demuestre sensibilidad en su trato y en sus acciones se
ganará el cariño y estima de las personas con las que trata.
Iniciativa:
Es el ideal que nos mueve a realizar
algo por voluntad propia sin que nadie nos lo diga, ordene o motive. Involucra
la acción de adelantarse a los demás en hablar u obrar, es una cualidad
personal que inclina a las personas a realizar acciones para alcanzar una
ventaja competitiva. En la mente de todo orador debe estar presente siempre la
frase: «la iniciativa es del interesado», si anhelamos lograr un objetivo, no
podemos confiar sólo en la voluntad divina o en la buena voluntad de las
personas; sino que, como interesados, debemos intervenir directamente para que se concrete.
3°
CUALIDADES MORALES:
La moral está relacionada a las
costumbres y a las normas de conducta de una determinada sociedad. Por
extensión, podemos decir que es el conjunto de normas de comportamiento que
debe cumplir un orador, para que exista congruencia entre lo que predica y
hace, en el ejercicio de su labor profesional.
Honradez:
Es una cualidad que involucra un
proceder recto y honesto de parte de un orador. Actuar con honestidad
significa, no apartarnos de los cánones morales establecidos por la profesión
ya que muchas veces suelen presentárse oportunidades o propuestas nada decentes,
que bien podríamos aprovechar en beneficio nuestro. La falta de honradez
significa una falta moral hacia nuestra profesión y el desprestigio para
nuestra persona. Un orador que no sea honrado, poco tiempo durará en su
trabajo, pues las exigencias de su labor demandan de él, un proceder recto y
honesto.
Puntualidad:
Es la cualidad de hacer las cosas con
prontitud, diligencia y a su debido tiempo. Es ser exactos en hacer las cosas a
su tiempo y de llegar a los sitios convenidos en la hora establecida. Napoleón
Bonaparte solía decir: «la hora es la hora... cinco minutos antes de la hora,
no es la hora... cinco minutos después de la hora tampoco es la hora.» y
concluía diciendo: «puedo perder una batalla pero nunca un minuto; las batallas
se recuperan, el tiempo jamás» La puntualidad es en esencia, una cualidad que
todo orador debe practicar e interiorizar en su subconsciente.
Sinceridad:
Es el modo de expresarse libre de
fingimiento y mentiras. Involucra hablar con veracidad y sin doblez. En la boca
del mentiroso todo se hace dudoso; en cambio, en los labios de una persona
sincera, todo es creíble y aceptado con confianza. Un orador debe ser sincero
tanto en lo que dice como en lo que hace; existen ocasiones en las que se ve al
orador fingiendo, descaradamente, estados de ánimos que no siente para tratar
con personas o públicos que no les agrada. Piensa que el fingimiento no se
nota, pero es evidente y causa serios problemas en la interrelación con
nuestros semejantes.
Congruencia:
Es la relación que existe entre «el
pensar» y «el actuar», relación que muchas veces no es armoniosa, pues a menudo
no hacemos lo que predicamos. Un orador puede manifestar en una exposición
empresarial, que los cigarrillos son perjudiciales para la salud y que por
consiguiente no debemos fumar, pero al terminar su exposición, en el hall del
auditorio, compra una cajetilla para fumarlos delante de su sorprendido público.
Todo lo que decimos debe tener su contra parte en la acción, caso contrario
corremos el riesgo de caer en la demagogia o cháchara barata.
Lealtad:
Es la cualidad de ser leal; es decir,
convertirse en una persona incapaz de traicionar la confianza depositada en
uno, o ser incapaz de engañar a quien le ha brindado su consideración. Se
entiende por leal a la persona que pese a los graves problemas que se suscitan,
no abandona jamás al compañero, jefe o institución para la que trabaja. Dícese,
que la lealtad inspira la realización de acciones nobles, altruistas y hasta de
sacrificio. Más que una cualidad, es una virtud que todo orador debe practicar
a diario como parte de su comportamiento ético y moral.
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