7 Consejos para
hablar en público
Hablar en público es, para mucha gente, sinónimo de miedo, sudores fríos, nervios y desagrado. Sin embargo, es un reto al que tenemos que enfrentarnos habitualmente, tanto en nuestra vida personal como profesional.
Comunicar de manera eficaz es esencial para dirigir una empresa. Nuestras competencias como directivos están estrechamente relacionadas con nuestras aptitudes y habilidades de comunicación. Independientemente del sector y tamaño de la empresa, un directivo desempeña una serie de funciones, entre las cuales, la comunicación requiere especial atención para ser veraz, clara y oportuna. Hace falta planificar y estructurar lo que se desea comunicar. Por ejemplo, hablar ante inversores, negociar con un socio o exponer una nueva idea de negocio al equipo son situaciones de lo más comunes. Cada una de ellas contempla una serie de cifras, datos y hechos que formarán parte de lo que se desea transmitir de forma efectiva.
La buena noticia es que hablar en público puede convertirse
en una actividad realmente divertida y placentera si aprendemos a dominarla. Si
deseas aprender este arte, pero no sabes cómo empezar, aquí tienes toda la
información que necesitas.
Consejos para hablar
en público
Practicar. Como
en el entrenamiento de cualquier habilidad, esforzarnos diariamente en mejorar
nuestra oratoria es esencial. Muchas veces el miedo nos impide exponernos a
hablar en público, pero afortunadamente, conversar es algo que hacemos en todo
momento. Ser consciente de la manera que tenemos de expresarnos, observarnos y
hacer autocrítica es esencial. Si tenemos que realizar un discurso concreto, la
opción de ensayar ante un espejo es perfecta para pulirlo.
Aprender a
improvisar. Si bien es importante llevar un discurso organizado y haberlo
practicado lo suficiente como para decirlo con soltura, es necesario tener un
plan B. Saber improvisar es importante por dos cosas: porque no siempre tenemos
la ocasión de practicar un discurso y porque saber hablar en público es una habilidad
imprescindible para un directivo que ha de hacerse propia. La capacidad de
improvisación se desarrolla estimulando la creatividad y la agilidad mental,
para lo que hay que empaparse de información y exponerse a cometer errores.
Focalizar en el mensaje:
el ‘qué’ antes que el ‘cómo’. Este punto es clave y permitirá que todo lo demás
vaya rodado. ¿Alguna vez has estado en un discurso o charla y has sido incapaz
de prestar atención? Esto, muy probablemente, haya ocurrido porque el emisor
del mensaje estaba más concentrado en qué estaría pensando su público en vez de
preocuparse en poner toda la concentración y amor posible a cada sonido que
salía de su boca. La pasión se transmite, y puede jugar a nuestro favor o a
nuestra contra.
Sencillez. Como
bien dice la popular frase “lo bueno, si breve, dos veces bueno”. El exceso de
información tiene una relación indirecta con la atención que nos presta el
público. Un discurso ha de ser claro, directo y no emborronar demasiado el
mensaje. Para lograr esto es importante una buena organización del discurso que
nos ayude a no desviarnos de la información que queremos dar.
Seguridad y
autenticidad. Como somos seres sociales y emocionales, al igual que la
pasión, la veracidad y la seguridad también se transmiten. Una persona que está
insegura con respecto a su discurso o su puesta en escena hará que los oyentes
pierdan credibilidad.
Voz y lenguaje
corporal. El lenguaje no verbal es el 93% de la comunicación, por lo que un
buen manejo de la voz y el lenguaje corporal son esenciales. En cuanto a la
voz, es importante llevar un tono y velocidad equilibrados: cuando hablamos
demasiado rápido, no dejamos que el mensaje llegue al cerebro del oyente.
Nuestro cuerpo, el emisor de energía, nos ayudará a transmitir la seguridad que
buscamos a partir de una postura abierta y cómoda.
Otras técnicas para
salir del paso. Sabemos que es fácil decir que la clave está en transmitir
seguridad, pero… ¿Y si no sé hacerlo? La comunicación conlleva un proceso
largo, pero afortunadamente existen algunas técnicas que nos pueden ayudar a
dar los primeros pasos. Las técnicas de respiración son muy útiles para
relajarnos y controlar la voz y el cuerpo. Por otro lado, visualizarnos a
nosotros mismos haciendo un discurso exitoso nos ayudará a ganar seguridad y
rebajar el miedo. Como recursos lingüísticos, las anécdotas personales sirven
para ganar atención. Si, aun así, las cosas salen mal, siempre podemos recurrir
al humor: reírnos de nosotros mismos permite crear una situación cómoda con el
público y volverlo más benevolente.