Las cinco características que cumplen todos los genio
agosto 08, 2015
Las
cinco características que cumplen todos los genios (sin excepción)
Por
Brian Tracy
¿Qué
hace a un genio ser un genio? Es una pregunta que nos hemos hecho a lo largo de
toda la historia. No son los genes, son determinadas actitudes
¿Qué hace a un genio ser un genio? Es una
pregunta que nos hemos hecho a lo largo de toda la historia. Todo el mundo
aspira a alcanzar la excelencia pero muy pocos la logran y, en la mayoría
de ocasiones, no entendemos cómo una u otra persona ha logrado lo que ha
logrado. ¿Cómo consiguió Picasso mantener siempre un altísimo nivel en
su inmensa obra pictórica? ¿De dónde sacó el tiempo Stockhausen para
componer un total 363 obras? ¿En qué momento se le ocurrió a Einstein formular
la teoría de la relatividad?
Hay quien piensa que un genio nace, no se hace:
sencillamente, tiene el talento para una actividad concreta y le basta con desarrollarla
para alcanzar la excelencia. Pero esto es una visión muy simplista de la
realidad y, además, como han comprobado numerosos estudios, falsa. No cabe duda
de que un genio es talentoso por naturaleza, pero el talento no es ni de
lejos la característica más importante del mismo. Estos son las cinco cosas
que, sin excepción, cumplen todos los genios. Y no todas son agradables para el
común de los mortales.
1. Son curiosos e impulsivos
Para elaborar su libro Creatividad (Paidós,
2008), el profesor Mihaly Csikszentmihalyi entrevistó a 91 genios, de
todas las disciplinas, incluyendo a 14 premios Nobel. Una de sus principales
conclusiones es que las personas con mentes privilegiadas, que logran
creaciones excepcionales, tienen dos cosas en abundancia: curiosidad y
determinación. “Están absolutamente fascinadas por su trabajo y, aunque haya
otras personas más brillantes, su enorme deseo de lograr lo que se proponen
supone el factor decisivo”, asegura Csikszentmihalyi.
2. Lo importante no es la educación, son las
horas que dedican a su especialidad
Solemos asociar el expediente académico con la
excelencia, pero son cosas que no siempre están relacionadas. El profesor de la
Universidad de California en Davis, Dean Keith Simonton, realizó un
estudio en que analizó los expedientes académicos de más de 300 genios nacidos
entre 1450 y 1850, entre ellos gente como Leonardo da Vinci, Galileo,
Beethoven o Rembrandt. Determinó cuánta educación formal había recibido
cada uno y midió sus niveles de eminencia a través de sus obras de referencia.
Sus resultados fueron sorprendentes. La relación entre educación y excelencia,
al trasladarse a un gráfico tenía forma de campana: los creadores más
destacados eran aquellos que había recibido una educación media, algo así
como una diplomatura. Los que habían recibido una mayor y una menor educación
eran menos creativos.
Los creadores más destacados son siempre aquellos
que más han trabajado en su especialidad y han dedicado su vida a ella
No cabe
duda de que los genios más destacados seguían estudiando, pero eran
autodidactas y, sobre todo, unos adictos al trabajo. “Los genios son todos
iguales”, explicaba el crítico literario V.S. Pritchett, “nunca dejan de
trabajar, no pierden un minuto. Es deprimente”. La realidad es que, sin
esfuerzo, el talento importa poco. Los creadores más destacados son,
siempre, aquellos que más han trabajado en su especialidad, han dedicado su
vida a ella, han aprendido todo lo que se podía aprender, y han llevado su
pasión al límite.
3. Son muy críticos con su trabajo
Según el psicólogo Howard Gardner, Premio
Príncipe de Asturias de Ciencias Sociales en 2011, los grandes genios como Picasso,
Freud o Stravinsky tenían un patrón similar de trabajo, que se
basaba en el ensayo y error: analizaban un problema, creaban una solución, la
probaban y generaban una retroalimentación constante. “Los individuos
creativos”, asegura Gardner, “emplean una considerable cantidad de tiempo en
reflexionar acerca de lo que quieren alcanzar, si han tenido éxito o no y,
si no lo han logrado, qué deben hacer diferente”.
Las mentes creativas son también las más
metódicas.
4. Son sacrificados, solitarios y, en ocasiones,
neuróticos
Los genios están todo el rato pensando en su obra
y esto tiene múltiples desventajas. Dedicar todo tu tiempo al trabajo implica
un sacrificio inmenso y una merma en las relaciones sociales. Según
Csikszentmihalyi, la mayoría de genios son marginados durante la adolescencia,
en parte porque “su intensa curiosidad e intereses muy focalizados resultan extraños
a sus compañeros”, en parte porque los adolescentes demasiado gregarios no
están dispuestos a gastar tiempo, en soledad, para cultivar su talento.
“Practicar música o estudiar matemáticas requiere una soledad temible”, asegura
el profesor.
En ocasiones, el sacrificio necesario para ser
un genio puede rozar lo patológico. La entrega puede tornarse en obsesión:
las personas excelentes no son necesariamente felices. Basta ver el ascetismo
que alcanzaron Freud, T. S. Eliot o Gandhi, o la soledad
autoimpuesta que desarrolló Einstein. Muchos genios desarrollan, además,
una personalidad neurótica: su trabajo les volvió maniáticos y egoístas.
5. Trabajan siempre por pasión, nunca por dinero
Los verdaderos genios se desviven por su trabajo
y, en ningún caso se entregan a éste por dinero, sino por pasión y
vocación. “Los artistas que han desarrollado su pintura y escultura por el
placer de la actividad en sí más que por las recompensas extrínsecas, han
producido un arte que ha sido reconocido socialmente como superior”, asegura el
pensador y escritor Dan Pink en su libro La sorprendente verdad sobre
qué nos motiva (Gestión 2000). “Además, son aquellos a los que motivaba
menos las recompensas extrínsecas los que, finalmente, las recibían”.
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