Manuel es un hombre Importante y Necesario
septiembre 04, 2015
Manuel es un
hombre Importante y Necesario
Manuel
necesita estar ocupado. de lo contrario, tiene la sensación de que su vida no
tiene sentido, de que está perdiendo el tiempo, de que la sociedad no lo
necesita, nadie lo ama, nadie lo quiere.
Por
eso, en cuanto se levanta, tiene una serie de tareas: ver las noticias en
televisión (quizás sucedió algo durante la noche), leer el periódico (quizá
sucedió algo ayer), pedir a su mujer que se encargue de que los niños no
lleguen tarde a la escuela, coger el coche, un taxi, un autobús, el metro, pero
siempre concentrado, mirando al vacío, mirando su reloj, si puede ser haciendo
algunas llamadas en su teléfono móvil, y asegurándose de que la gente vea que
es un hombre importante, útil al mundo.
Manuel
llega al trabajo, se inclina sobre los papeles que lo esperan. Si es
funcionario, hará lo posible para que el jefe vea que ha llegado a la hora. Si
es jefe, pondrá a todos a trabajar inmediatamente; si no existen tareas
importantes,
Manuel
se encargará de desarrollarlas, crearlas, implementar un nuevo plan, establecer
nuevas líneas de acción.
Manuel
va a almorzar, pero nunca solo. Si es jefe, se sentará con los amigos,
discutirá nuevas estrategias, hablará mal de los competidores, se guardará
siempre un as en la manga, se quejará (no sin cierto orgullo) del exceso de
trabajo. Si Manuel es funcionario, también se sentará con los amigos, se
quejará del jefe, dirá que está haciendo muchas horas extra, afirmará en un
tono desesperado (y con mucho orgullo) que hay varias cosas en la empresa que
dependen de él.
Manuel,
jefe o empleado, trabaja toda la tarde. De vez en cuando mira el reloj, se
acerca la hora de volver a casa, pero queda aquí un detalle por resolver, allá
un documento por firmar. Es un hombre honesto, quiere ganarse su sueldo,
cumplir las expectativas de los demás, los sueños de sus padres, que tanto se
esforzaron para proporcionarle la educación necesaria.
Finalmente
vuelve a casa. Toma un baño, se pone una ropa más cómoda, y se dispone a comer
con su familia. Pregunta por los deberes de los hijos, las actividades de la
mujer. De vez en cuando habla de su trabajo, sólo para servir de ejemplo, pues
no acostumbra a traerse las preocupaciones a casa. Terminada la cena, los
hijos, que no están para ejemplos, ni deberes, ni cosas por el estilo, se
levantan de la mesa y se sientan delante del ordenador. Manuel, a su vez, se
sienta también delante de aquel viejo aparato de su infancia, llamado
televisión.
De
nuevo ve las noticias (quizás haya sucedido algo durante la tarde).
Va
a acostarse, siempre con un libro técnico en la mesa de cabecera. Tanto si es
jefe como empleado, sabe que la competencia es grande y que el que no se
actualiza corre el riesgo de perder su
empleo y tener que enfrentarse a la peor maldición posible: estar sin trabajo.
Habla
un poco con su mujer, a fin de cuentas, es un hombre agradable, trabajador,
cariñoso, que cuida de su familia y está preparado para defenderla en cualquier
circunstancia. El sueño viene enseguida, Manuel se duerme, sabiendo que al día
siguiente estará muy ocupado y hay que reponer fuerzas.
Esa
noche, Manuel tiene un sueño. Un ángel le pregunta: “¿por qué haces esto?”
Él
responde que es un hombre responsable.
El
ángel continúa: “¿serías capaz de, al menos durante quince minutos al día,
parar un poco, mirar el mundo, mirarte a ti mismo, y simplemente no hacer
nada?”
Manuel
dice que le encantaría, pero no tiene tiempo para eso. “Lo que me dices no es
verdad,” dice el ángel. “Todo el mundo tiene tiempo para eso, lo que falta es
valor. Trabajar es una bendición cuando nos ayuda a pensar en lo que estamos
haciendo. Pero se convierte en una maldición cuando su única utilidad es evitar
que pensemos en el sentido de nuestra vida.”
Manuel
se despierta en mitad de la noche, envuelto en sudor frío. ¿Valor? ¿Cómo es
posible que un hombre que se sacrifica por los suyos no tenga el valor de parar
quince minutos?
Más
vale volver a dormirse, todo esto no es más que un sueño, estas preguntas no
conducen a ninguna parte, y mañana voy a estar muy, muy ocupado.
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