Sobre la Inmortalidad

mayo 28, 2016

Sobre la Inmortalidad
(Cuentos Paulo Coelho)
¿Cómo responde el ser humano a los cambios? Mal. Siempre muy mal. Uno de los mitos más difundidos en el mundo entero – el mito del vampiro – refleja esa idea.
¿Qué es un vampiro? Es alguien que, en determinado momento de su existencia, se volvió inmortal. O sea, que a partir de aquel momento su cuerpo no seguirá más el curso normal de la naturaleza; será joven para siempre, podrá vivir el tiempo que quiera, sin tener que lidiar con los problemas relacionados con la edad.
Su único régimen es un poco de sangre todos los días y su único cuidado con la piel es evitar la luz del sol – pero al final, ese es un precio muy pequeño frente a todas las posibilidades de una vida eterna.
Excepto por una cosa: él paró en el tiempo, pero el mundo continúa transformándose a su lado. Todo aquello a lo que estaba acostumbrado empieza a cambiar, él mismo teniendo todo el tiempo del mundo para adaptarse a esos cambios. El vampiro deseó la inmortalidad justamente porque estaba contento con el mundo en que vivía; él no tiene ningún interés en acompañar estos cambios.
Imaginemos un ser humano que se hubiese transformado en vampiro al final de la
Copa del Mundo de 1986. Podía fumar sin problemas en los aviones, no necesitaba quebrarse la cabeza para elegir qué canal de televisión ver – porque al final había poco para elegir. Tenía una actriz como su símbolo sexual, entendía de carburadores, luchaba por su ideal socialista, convencido que en poco tiempo la
Unión Soviética tendría gobernantes más capacitados y los sueños del pueblo(llamado proletariado) serían finalmente respetados. Un buen día se enamora de una estudiante de 22 años. Admira su belleza, su entusiasmo, su idealismo. Sugiere transformarla en vampira, pero ella se recusa – vio muchas películas de terror. También está enamorada, no desea perderlo, pero le impone una única condición para seguir adelante con la relación: que él jamás chupe su sangre. El vampiro no tiene otra salida más que cumplir con su palabra. Se casa por lo civil, para evitar crucifijos mortales.
Pasan veinte años – volando, pues ya tuvieron lugar otras cuatro Copas del
Mundo. La antigua universitaria ahora tiene 42 años, trabaja en un banco (problemas de desempleo), o está escribiendo inútiles tesis de maestrado, doctorado, sólo para justificar su vida de estudiante. Los carburadores desaparecen de la faz de la tierra. Horrorizado, hojea una revista y ve a la actriz que era su símbolo sexual transformada en un producto híbrido, compuesto de plástica, botox, silicona, revestido por toneladas de maquillaje en el rostro. Se siente culpable por tener 200 canales de televisión y ver apenas los mismos de siempre.


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